el sacramento del matrimonio en la carta a los efesios
Audiencia General 28 de julio de 1982

 



1. Iniciamos hoy un nuevo cap�tulo sobre el tema del matrimonio, leyendo las palabras de San Pablo a los Efesios:

�Las casadas est�n sujetas a sus maridos como al Se�or; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo. Y como la Iglesia est� sujeta a Cristo, as� las mujeres a sus maridos en todo.

�Vosotros, los maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo am� a la Iglesia y se entreg� por ella para santificarla, purific�ndola mediante el lavado del agua con la palabra, a fin de present�rsela a si gloriosa, sin mancha o arruga o cosa semejante, sino santa e intachable. Los maridos deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a s� mismo se ama, y nadie aborrece jam�s su propia carne, sino que la alimenta y la abriga como Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. �Por esto dejar� el hombre a su padre y a su madre y se unir� a su mujer, y ser�n dos en una carne�. Gran misterio es �ste, pero yo lo aplico a Cristo y a la Iglesia. Por lo dem�s, ame cada uno a su mujer, y �mela como a s� mismo, y la mujer reverencie a su marido), (Ef 5, 22-33).

2. Conviene someter a an�lisis profundo el citado texto, contenido en el cap�tulo 5 de la Carta a los Efesios, as� como, anteriormente, he analizado, cada una de las palabras de Cristo que parecen tener un significado-clave para la teolog�a del cuerpo. Se trataba de las palabras con las que Cristo se remit�a al �principio� (Mt 19, 4; Mc 10, 6), al �coraz�n� humano, en el serm�n de la monta�a (Mt 5, 28) y a la resurrecci�n futura (cf. Mt 22, 30; Mc 12, 25; Lc 20, 35). El texto entresacado ahora de la Carta a los Efesios constituye como el �coronamiento� de esas sint�ticas palabras-clave a que me he referido. Si de ellas ha salido la teolog�a del cuerpo en sus rasgos evang�licos, sencillos y al mismo tiempo fundamentales, hay que presuponer, en cierto sentido esta teolog�a al interpretar el mencionado paso de la Carta a los Efesios. Y, por lo mismo, si se quiere interpretar dicho paso hay que hacerlo a la luz de lo que Cristo nos dijo sobre el cuerpo humano. El habl� no s�lo refiri�ndose al hombre �hist�rico� y por lo mismo al hombre, siempre �contempor�neo�, de la concupiscencia (a su �coraz�n�), sino tambi�n poniendo de relieve, por un lado, las perspectivas del �principio�, o sea, de la inocencia original y de la justicia y, por otro, las perspectivas escatol�gicas de la resurrecci�n de los cuerpos, cuando �ni tomar�n mujeres ni maridos� (cf. Lc 20, 35). Todo esto forma parte de la �ptica teol�gica de la �redenci�n de nuestro cuerpo� (Rom 8, 23).

3. Tambi�n las palabras del autor de la Carta a los Efesios (1) tienen como centro el cuerpo; y esto, tanto en su significado metaf�rico, el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, como en su significado concreto el cuerpo humano en su perenne masculinidad y feminidad, en su perenne destino a la uni�n en el matrimonio, como dice el libro del G�nesis: �Por eso dejar� el hombre a su padre y a su madre; y se adherir� a su mujer; y vendr�n a ser los dos una sola carne� (G�n 2, 24).

�De que forma aparecen y convergen estos dos significados del cuerpo en el p�rrafo de la Carta a los Efesios? �Y por qu� aparecen y convergen en ella? Estos son los interrogantes que hay que hacerse esperando respuestas no tanto inmediatas y directas, cuanto m�s bien profundas y a largo plazo a las que nos han preparado ya los an�lisis precedentes. En efecto, ese paso de la Carta a los Efesios no se puede entender correctamente si no es en el amplio contexto b�blico, consider�ndolo como �coronamiento� de los temas y de las verdades que, a trav�s de la Palabra de Dios revelada en la Sagrada Escritura, van y vienen como grandes olas. Se trata de temas centrales y de verdades esenciales. Y por eso el citado texto de la Carta a los Efesios es tambi�n un texto-clave y �cl�sico�.

4. Es un texto muy conocido en la liturgia en la que aparece siempre relacionado con el sacramento del matrimonio. La lex orandi de la Iglesia ve en �l una referencia expl�cita a este sacramento: y la lex orandi presupone y al mismo tiempo expresa siempre la lex credendi. Admitiendo esta premisa hemos de preguntarnos enseguida: �C�mo emerge la verdad sobre la sacramentalidad del matrimonio en este texto �cl�sico� de la Carta a los Efesios? �C�mo se expresa y se confirma en �l? Se ver� claramente que la respuesta a estos interrogantes no puede ser inmediata y directa, sino gradual y �a largo plazo�. Esto se ve incluso en una primera lectura de este texto, que nos lleva al libro del G�nesis y consiguientemente �al principi�, y que, en la descripci�n de las relaciones entre Cristo y la Iglesia toma de los escritos de los Profetas del Antiguo Testamento la bien conocida analog�a del amor nupcial entre Dios y su pueblo escogido. Sin examinar estas relaciones resultar�a dif�cil responder a la pregunta sobre c�mo la Carta a los Efesios trata de la sacramentalidad del matrimonio. As� se ve c�mo la prevista respuesta ha de pasar a trav�s de todo el �mbito de los problemas analizados precedentemente, es decir, a trav�s de la teolog�a del cuerpo.

5. El sacramento o la sacramentalidad -en el sentido m�s general de este t�rmino- se cruza con el cuerpo y presupone la �teolog�a del cuerpo�. Efectivamente, el sacramento seg�n el significado generalmente conocido, es un signo visible. El cuerpo en su aspecto visible significa la �visibilidad� del mundo y del hombre. As�, pues, de alguna manera -aunque sea de forma muy general- el cuerpo entra en la definici�n del sacramento, siendo �l mismo �signo visible de una realidad invisible�, es decir, de la realidad espiritual, trascendente, divina. Con este signo -y mediante este signo- Dios se da al hombre en su trascendente verdad y en su amor. El sacramento es signo de la gracia y es un signo eficaz. No solo la indica y expresa de modo visible en forma de signo, sino que la produce y contribuye eficazmente a hacer que la gracia se convierta en parte del hombre y que en �l se realice y se cumpla la obra de la salvaci�n la obra presente en los designios de Dios desde la eternidad y revelada plenamente por Jesucristo.

6. Dir�a que esta primera lectura del texto �cl�sico� de la Carta a los Efesios indica la direcci�n en la que se desarrollar�n nuestros ulteriores an�lisis. Es necesario que �stos comiencen por la preliminar comprensi�n del texto en s� mismo; pero luego deben llevar, por decirlo as�, m�s all� de sus confines, para comprender dentro de lo posible �hasta el fondo� la inmensa riqueza de verdad revelada por Dios y contenida en esa estupenda p�gina. Utilizando la conocida expresi�n de la Constituci�n Gaudium et spes, se puede decir que ese texto tomado de la Carta a los Efesios �revela -de modo especial- el hombre al hombre y le indica su alt�sima vocaci�n� (Gaudium et spes 22): en cuanto que el hombre participa de la experiencia de la persona encarnada. De hecho Dios, creando al hombre a su imagen, desde el principio lo cre� �var�n y mujer� (G�n 1, 27).

En los an�lisis sucesivos trataremos de comprender mas profundamente -sobre todo a la luz del citado texto de la Carta a los Efesios- el sacramento (especialmente, el matrimonio como sacramento): primero, en la dimensi�n de la Alianza y de la gracia, y despu�s, en la dimensi�n del signo sacramental.

 


Notas

(1) El problema de la paternidad paulina de la Carta a los Efesios, reconocida por algunos exegetas y negada por otros, puede resolverse con una posici�n media, que aqu� aceptamos como hip�tesis de trabajo: o sea, que San Pablo confi� algunos conceptos a su secretario, el cual despu�s los desarroll� y perfil�. Es �sta la soluci�n provisional del problema que tenemos presente, al hablar del �Autor de la Carta a los Efesios�, del �Ap�stol� y de �San Pablo�.
 

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